Cuba fue uno de los países con mayor movilidad en bicicleta del mundo en la década de los 90. Lo mismo que en Países Bajos y Dinamarca, una crisis petrolera los llevó a encontrar en las dos ruedas la solución a la movilidad urbana.
Los países europeos transformaron sus ciudades de manera permanente a favor de la bicicleta y siguen siendo un referente global en movilidad sostenible, pero en Cuba pasó lo contrario, hoy la bici está casi extinta.
El transporte público es escaso e ineficiente, poseer un automóvil propio es casi imposible. Ante ese panorama, revivir el uso de la bicicleta se ve como una solución necesaria y urgente.
Es ahí dónde Yasser ha volcado su vida, a promover y rescatar el uso de la bicicleta como modo de transporte. Reconstruir la estampa de una Cuba llena de bicis.
Yasser González Cabrera nació en un lugar donde los carros eran casi inexistentes. Caminar y andar en bicicleta eran los modos más comunes para ir de un lado a otro dentro de Nueva Gerona, una población diminuta en la Isla de la Juventud, al sur de la isla principal de Cuba.
A los 11 años su abuelo le regaló una bicicleta china Flying Pigeon con la que recorría el pueblo completo. Iba a la escuela, al campo a buscar frutas y llegando a la adolescencia, a la discoteca. Todo a pedales.
“Y todo esto sin ninguna estrategia o infraestructura de la que se piensa hoy día para promover la bicicleta. Sólo era una ciudad donde era muy raro ver autos”, describe Yasser.
Esa bicicleta china era una del millón 200 mil que arribaron a la isla en 1995 como parte de un plan para hacer frente a la crisis energética y económica que vivieron después de la caída de la Unión Soviética.
Ir en bici de un lado a otro era parte de su vida hasta los 15 años que se mudó a La Habana donde el déficit de transporte público es “un mal crónico”.
“En mis 37 años de vida sólo ha habido un momento en que recuerdo que el transporte público funcionó bien. Eso duró unos cuatro o cinco años”. Esa época fue entre 2005 y 2010, precisa.
La necesidad de tener una bicicleta en La Habana era inminente. Él ya conocía la libertad de moverse a donde quisiera sin necesidad de esas angustiosas esperas en las paradas del transporte, así que se hizo nuevamente de una bici.
Pedalear en la capital cubana tenía un grado de complicación mucho más alto que ir por los caminos tranquilos de Nueva Gerona, pero poco a poco fue dominando la ciudad.
CityKleta, el salto al emprendedurismo
A partir de 2010 Cuba generó apoyos para para que pudieras ser “cuentapropista” (abrir tu propio negocio y no trabajar necesariamente en una empresa del estado) y así surgieron diversos emprendimientos.
Dar ese brinco del trabajo de oficina, del arropamiento de una empresa del estado a la vida como emprendedor independiente es una aventura. Y hacerlo en Cuba tiene sus complicaciones particulares.
Yasser González es informático y trabajó para dos empresas estatales de desarrollo de software, empleos a los que acudió siempre en bicicleta.
Pero la paga era mala y cubrir sus gastos, difícil. Así que en 2014 dejó el trabajo para unirse a una empresa de renta de bicicletas y tours donde estuvo hasta 2017, cuando creó CityKleta.
Cuando trabajó para la empresa de tours tuvo contacto con viajeros de diversas partes del mundo que le compartían experiencias de la bicicleta en sus países.
“Los de Colombia me decían que los domingos, en Bogotá, cierran una calle y todos salen a patinar, a montar bicicleta… Que la Masa Crítica nació en San Francisco, que se organiza de tal manera… y así poco a poco me fui enterando de lo que pasaba en el mundo”, narra.
El contacto con el público extranjero era bueno, venían ideas nuevas para aplicarse de alguna manera en Cuba. Pero no es lo mismo un viajero alemán que llega a pasear, que la vida de un cubano. Había que diseñar actividades para los locales.
“Mientras un turista se contenta con conocer los lugares más turísticos e históricos, los locales ya sabemos todo eso, entonces me puse a pensar qué es lo que estamos esperando el fin de semana: esperamos salir, ir al cine, al teatro”.
La Masa crítica y Bicicletear La Habana
La primera actividad a la que convocó Yasser fue el 27 de septiembre de 2015, «Bicicletear La Habana». En su blog narra que llegaron cuatro personas. Eso no le quitó las ganas de seguir convocando mes a mes e intentar hacer una verdadera “masa crítica”.
Una masa crítica, como lo dice su nombre, tiene el objetivo de reunir una cantidad masiva de personas en bicicleta para transitar por las calles. Los grupos suelen ser tan grandes que el tránsito vehicular debe parar en los cruces para que los ciclistas pasen.
Se considera que el nacimiento de esta actividad tuvo lugar en San Francisco (Estados Unidos) en septiembre de 1992 con 58 ciclistas. Un año después participaban al menos 500 personas. Actualmente se hacen critical mass en varias partes del mundo.
Luego de 20 ediciones Yasser logró reunir poco más de una veintena de personas, la mayoría extranjeras. Así que le dio un toque más local.
Bicicletear La Habana comenzó a hacer todos los jueves, para que no coincidiera con los días de fiesta del fin de semana.
El recorrido nocturno consistía en pedalear la ciudad de noche, parar por un helado o una cerveza.
“Se convirtió en un espacio de socialización donde la gente llegó a conocer nuevas personas, conversar, conocer nuevos lugares de la ciudad. Lugares que tenían el estigma de ser muy inseguros porque se dice que hay delincuentes”, cuenta.
Esa actividad que comenzó en 2015 dio pie a que creara CityKleta dos años más tarde.
Las ideas de Yasser para promover el uso de la bicicleta han sido diversas. En 2019 creó el “Bici picnic musical” y luego el “Cafecito en la mañana” en el que regala café “temprano en la mañana” a quien pase en bicicleta.
Cooperación internacional
En 2021, ya con cuatro años de haber creado CityKleta, Yasser consiguió el apoyo de la Embajada de Alemania en Cuba para generar un popup, un espacio físico para mostrar todas las actividades que ya realizaba hasta ese momento.
“La idea era mostrar CityKleta en un espacio físico por primera vez, porque hasta la fecha no tenemos un espacio. Entonces por dos meses tuvimos ese lugar y desarrollamos de manera sistemática todas las actividades que ya mencioné, además de cursos de ciclismo y talleres de reparación de bicicletas”.
El espacio, narra Yasser, estaba abierto para que la gente se acercara, conversara o se tomara un café.
“Al mismo tiempo ese pop up sirvió como un laboratorio que llamamos Edukleta, con el que perseguimos desarrollar un programa de educación ciclista, basado en The League of American Bicyclists en el que primero te capacitan para que luego formes instructores de ciclismo”.
EduKleta consiste en una plataforma en línea a la que puedes acceder para leer y ver videos de lecciones cortas que van desde conocer las partes de una bicicleta, saber qué talla de bici necesitas hasta cómo circular por la calle y arreglar una avería mecánica, y una vez aprobado el curso como instructor, puedes impartir las capacitaciones presencialmente a otras personas.
Esta herramienta digital se desarrolló con un equipo de personas coordinado por Yasser. Él ejecutó la parte de informática y una compañera hizo la parte de redacción de contenidos. Además, ella le agregó la capa del feminismo, asegurando que los contenidos y cursos fueran seguros para mujeres.
La intención de Yasser es que esta capacitación se lleve a otras tiendas de bicicletas que quieran impartir cursos para que más gente se mueva por la ciudad de manera segura.
La resistencia al cambio
Yasser se define a sí mismo como un emprendedor social, un activista que ha encontrado la forma de sostener su labor económicamente, aunque con mucha dificultad.
Proponer a la bicicleta como el medio principal de transporte cuesta mucho trabajo en todo el mundo. Y en Cuba hay un factor más que se suma a la ecuación: la lucha contra el imperialismo. Los buenos contra los malos.
“El diferendo Estados Unidos-Cuba, toda la politiquería conflictiva, todo eso genera mucha paranoia, porque puede significar neoliberalismo o capitalismo y se denigran las cosas por miedo o desconocimiento.
“Yo no me meto en cómo piensan que debe ser la política, ese no es mi negocio; mi negocio es que monten en bicicleta. Me juzgan de hippie o de un poco loco”.
A su parecer, la energía y esfuerzos que emplea desde CityKleta se desperdician mucho por ese ambiente. Asegura que de estar en otro país habría logrado mucho más.
De hecho, actualmente no puede trabajar “porque la nueva ley de empresas no contempla abiertamente abrir actividades recreativas o turísticas”, explica.
Por ello, Yasser González está enfocando sus esfuerzos en crear proyectos que tengan impacto social y le puedan hacer una exclusión para volver con los tours guiados para extranjeros.
Después de la pandemia ha quedado en una situación económica muy difícil. Describe que ha tenido que sobrevivir vendiendo algunas piezas de bicicleta del negocio de los tours para sobrellevar el día a día. “Estoy entre sobreviviendo y trabajando un montón”.
“Los proyectos están geniales, me hacen sentir como si fuera una ONG, pero estoy limitado en recursos”.
Festival de la Bicicleta La Habana
En 2022, Yasser fue elegido para asistir a la máster class de urbanismo enfocado a la bicicleta que imparte el despacho de diseño Copenhagenize en Dinamarca.
Ahí conoció a más emprendedores de la bicicleta como a Sven Hermann (Alemania), quien a su vez le presentó a Jap Kellner en un viaje que hicieron juntos a Cuba.
Ambos se sumaron como ponentes a la idea del Festival de la Bicicleta de La Habana, impulsado por la Embajada de los Países Bajos, quien además invitó a Jaime Garrido, consultor español radicado en Ámsterdam.
Para la realización del festival Yasser reclutó a un equipo de voluntarios universitarios y trabajó con ellos como le gustaría hacerlo si CityKleta fuera una organización estable económicamente.
Juntos crearon un encuentro que tuvo lugar del 3 al 5 de marzo de este año y en el que hubo actividades de moda, música, cine, diseño, urbanismo, turismo y comunidad. Una auténtica fiesta alrededor de la bicicleta y la ciudad.
“Inicialmente iban a ser dos conferencias, le propuse a mi novia que es modelo (Aurora Couret) hacer un fashion show de ropa para ir en bici, para mostrar que para usar la bici no hace falta vestir licra”, recuerda.
Para realizarlo pidieron apoyo al recinto cultural Fábrica de Arte Cubano, y les dijeron que sí pero que eran muy pocas actividades, que pensaran en algo más grande.
“Y fuimos sumando actividades y actividades y eso se convirtió en un festival”.
Aun con los recursos económicos limitados y las resistencias al cambio que ocurren en todo el mundo, CityKleta sigue tomando fuerza. Ya han pasado cinco años de trabajo y los resultados son tangibles.
La plataforma de educación sigue activa y con planes de expandirse para capacitar a más personas.
Las rodadas turísticas están a la espera de reanudarse si el gobierno les otorga la excepción para operar y el Festival de la Bicicleta de la Habana podría realizarse de nuevo y consolidarse como un encuentro mundial.
También está por consolidarse un programa de uso de la bicicleta enfocado a mujeres (Ellas pedalean), de la mano de una facultad de la Universidad de la Habana.
Yasser no se detiene. En su corazón y en su mente está una Habana ciclista, disfrutable e independiente del insufrible transporte público. Ya se tuvo una vez, fue real, y recuperarla es posible.